sábado, 26 de septiembre de 2015

Los abrazos

“Un abrazo puede ser el instante en que se detiene el tiempo y se siente la energía fluir entre dos cuerpos que se entregan plenamente”
Un día alguien te abrazará tan fuerte,
que todas tus partes rotas se juntarán de nuevo.

Muchas veces he escuchado a personas que comentan en la radio, he leído artículos, visto documentales que hablan sobre los abrazos, en la mayoría de ellos hacen referencia al beneficio que genera el abrazar constantemente a las personas, el efecto que causa el contacto humano además de las energías que se manejan en un acto tan simple como abrazarnos.

La mayoría de las evidencias documentadas indican que un abrazo puede ser capaz de aliviar todos los males, es capaz de equilibrar nuestras energías, darnos felicidad, incluso se menciona que un abrazo puede proporcionar mayor sanación que cualquier medicamento que consume un ser humano.  Todo lo anterior suena muy lindo y por tal motivo como cualquier persona que gusta de los abrazos, fuera cierto o no, practicaba con las personitas más importantes en mi vida: mis hijos, a quienes siempre les digo que 10 abrazos al día nos mantienen sanos y felices. 

En mis relaciones personales también suelo abrazar muchísimo, es la forma en que me gusta demostrar el gran amor que le tengo a las personas.  A pesar de todas mis experiencias en abrazos y de disfrutarlos tanto, jamás había comprobado lo que se dice de los abrazos reparadores y la sanación con un abrazo hasta el día que fuiste tú quien me llevo a esa experiencia inigualable.

Tú, un hombre de 60 años aproximadamente, quien apareció en mi vida hace un par de años, persona culta y misteriosa que amerita mi admiración y cariño incondicional, el personaje que logró cautivarme desde la primera vez que me permití conversar y darme cuenta de la calidad humana que lo conforma, es una persona realmente impresionante, de esas almas viejas que encantan con su experiencia, temple y buen manejo de sus emociones.

Aquella noche, después de un par de semanas difíciles, ya había intentado de todo para tranquilizar mis demonios internos (ejercicio, terapia ocupacional, desahogarme platicando con alguien, leer, gritar, llorar…), para salir a flote de tantas cosas y obstáculos que se habían presentado en mi vida durante esos días, me encontraba cansada, agotada emocionalmente, triste, confundida, bloqueada para encontrar solución y fortaleza para afrontar los problemas que existían en mi vida en ese momento. Casi a punto de darme por vencida mi última opción fue acudir a su posada y solicitarle unos minutos de conversación, sólo quería eso, mirarlo a los ojos y conversar, perderme en esos ojos azules y tranquilizadores como el mar, escuchar esa voz relajante y armoniosa, sentirme protegida y cuidada como sólo él logra hacerme sentir a su lado.

Esos minutos de charla se convirtieron en horas de conversaciones variantes, compartimos experiencias, vimos fotos de nuestra infancia, compartimos anécdotas agradables de nuestras vidas, fui cuestionada y me llevó a un momento de reflexión  incómoda y dolorosa donde por medio del llanto buscaba mi sanación, actividad en la cual me negué a participar, me enfadé y solicité se detuviera, no quería llorar delante de él, no quería mostrarme susceptible delante del hombre a quien admiro. 

Después de mi enojo tomé mis cosas y le di la espalda, salí de su espacio y me dispuse a partir a casa, ya en el auto camino a mi destino algo dentro de mí se arrepintió y pidió a gritos un abrazo de aquel hombre cautivador, quería pedir perdón por mi actuar minutos antes, pedirle un abrazo, un apapacho; di la reversa del auto y regresé a la puerta, toqué con la firme intención de decirle me abrazara sin decir nada, en cuanto abrió y me miró me quedé atónita, como siempre que me mira, no pude solicitar eso que más deseaba, sólo lo miré, se acercó y sin decir palabra alguna me acompañó de nuevo al auto… mientras caminábamos y yo contaba los pasos, pasó su brazo sobre mi hombro a lo cual dije: “abrazar es una mejor forma de sanar, la prefiero a que me haga llorar…” al instante en que abrí la puerta del auto y me disponía a subir, me tomó del brazo, me jaló hacia él y me abrazó.

Abrazo que me hizo cerrar los ojos, sentir la caricia más sublime, el tiempo se detuvo no sé por cuántos segundos o quizás fueron minutos, en los cuales toqué su espalda y sentí su complexión, su calor, lo suave de su piel del cuello y mejilla; percibí su aroma, tranquilizador y relajante, me llené de su calidez; sentí sus manos y dedos que tocaban delicadamente mi espalda, sus labios que rozaron dos veces mi mejilla con un beso suave, cauto y expresivo; escuche su respiración en mi oído y sentí el calor de su cuerpo a lo largo del mío.  Fue tan fuerte la energía que todo lo anterior provocó que precipitadamente (sin desear hacerlo) me separé de él y me alejé mientras vislumbre en su rostro esa sonrisa jovial que me fascina, sólo pude corresponderle con una sonrisa igual y entre el mareo y emoción que me provocó esa experiencia que acababa de hacerme vibrar, subí al auto con la mirada perdida en él y me retiré camino a mi destino.

Durante mi trayecto que fue aproximadamente de una hora no pensé en nada, llevaba la mente en blanco sin poder creer lo que acababa de ocurrir, sin palabras había encontrado lo único que en semanas logró darme paz, tranquilidad y seguridad de que todo estaría bien.  Llegue a casa contenta, con energía, con ganas de afrontar cualquier dificultad, era tanto el éxtasis que sentía esa noche que no pude dormir, repasé en mi cabeza una y otra vez ese abrazo, cerraba los ojos para recordar lo que me había hecho sentir, finalmente entre tanto pensamiento logré concebir el sueño.  

Al despertar a la mañana siguiente me sentía regenerada, poderosa, llena de energía, contenta, tenía una sonrisa de oreja a oreja, estaba relajada, feliz y lo más importante mi visión ante la vida había cambiado radicalmente, me sentía positiva y concentrada en lo que debía hacer, comenzaron a cambiar las cosas, todo se me facilitó ese día y fui tolerante y capaz de afrontar cualquier situación. Fue ahí cuando entendí que un abrazo puede sanar y lograr cambios impresionantes, un abrazo puede juntar de nuevo todas nuestras partes rotas y más…

Después de mi experiencia me di a la tarea de buscar algo que me agradara respecto a los beneficios de los abrazos y encontré esto que les comparto, espero les guste:

7 beneficios psicológicos que tienen los abrazos

Todo el mundo necesita de contacto físico, sentirnos queridos y amados es algo que, inevitablemente, necesitamos sin ser conscientes de ello, es por esto que buscamos el abrazo de aquel amigo al que tanto cariño le tenemos, la caricia de la persona que amamos… Un contacto real que nos hace sentir y cuyo significado va más allá de lo meramente físico.

A pesar de lo bien que nos hacen sentir los abrazos, no damos tantos como debiéramos. Algo que cambiará en cuanto descubras la cantidad de beneficios que te aportarán. 
¿Por qué no damos tantos abrazos cómo debiéramos? ¿Por qué preferimos los fríos besos en las mejillas? Así nos lo han enseñado, los abrazos quedan rezagados muchas veces para la intimidad. Pero, si realmente supiéramos los beneficios que entraña abrazar a otras personas seguro que nuestra visión cambiaría. ¿Por qué no empezar a relacionarnos de otra manera? ¿Por qué no más abrazos?

Eliminemos la negatividad que a veces se apodera de nosotros, muchas veces, algunas muestras de cariño no son bien vistas por la sociedad, ni por nosotros mismos. Algunos estudios afirman que los bebés no podrían sobrevivir sin abrazos ni caricias; sentir el cariño, el amor y el calor humano es esencial para que cualquier bebé pueda salir adelante. Es mucho más importante esto que cubrir las necesidades básicas del bebé.

Los abrazos y sus beneficios

¿Qué sientes cuando te dan un abrazo? Probablemente, te identifiques con el sentimiento de seguridad, de amor, de relajación… Un abrazo puede ser también reconfortante.  Entre los beneficios que tienen los abrazos, que son muchos, tenemos los 7 que a continuación te presentamos:

  1. Incrementa tu confianza y seguridad. Esto ocurre gracias a que nos hacen sentir apoyados, protegidos y confiados. Si quieres una buena dosis de confianza antes de cualquier situación que te produzca nerviosismo, por ejemplo hablar en público, ¡recibe un buen abrazo! Este te relajará y brindará la confianza que necesitas.
  2. Reduce los sentimientos de enfado y apatía.  Los abrazos, por extraño que parezca, logran estimular la circulación. Con esto, logramos que nuestro cuerpo elimine la tensión que pueda presentar. Además, un abrazo siempre resulta agradable y la seguridad y confianza de la que previamente hablábamos te brindará también la facilidad para sacar tu mayor sonrisa.
  3. Favorece la felicidad y mejora tu estado de ánimo. Cuando nos abrazan sentimos la felicidad y seguridad necesarias para poder elevar nuestra autoestima, algo que sucede gracias a la serotonina. Esta sustancia se produce automáticamente con los abrazos. Por eso, si necesitas un chute de autoestima, ¡recibe un sincero abrazo!
  4. Fortalece tu sistema inmune. Tanto si damos un abrazo como si lo recibimos, nuestro sistema inmune se ve fortalecido. ¿Por qué ocurre esto? Porque nuestro sistema inmunológico se activa favoreciendo la creación de glóbulos blancos. Gracias a esto, logramos prevenir muchas enfermedades y, si nos encontramos débiles, mejorar nuestras defensas.
  5. Reduce el riesgo de padecer demencia. Dar y recibir abrazos a una edad temprana pueden ayudarte a prevenir la demencia. Gracias a que nos brindan tranquilidad y equilibran, con ello, nuestro sistema nervioso.
  6. Rejuvenece tu cuerpo.  Los abrazos favorecen la oxigenación de nuestros tejidos, lo que aumenta la vida de nuestras células evitando que estas envejezcan prematuramente. ¡Abraza para mantenerte joven más tiempo!
  7. Disminuyen la presión arterial.  Al igual que la serotonina, los abrazos también liberan otra sustancia denominada oxitocina, una hormona que se libera gracias a que el sistema nervioso se activa debido a los abrazos. Con esto, nuestra presión arterial se ve disminuida en el caso de que la tengamos especialmente alta. Por lo tanto, los abrazos son unos excelentes reguladores de la presión arterial.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario