martes, 4 de agosto de 2015

Carta de una madre que trabaja a una madre de tiempo completo y viceversa


Desde hace varios años inicié una etapa de mi vida en que dejo a mis hijos alejados de mi durante esas largas horas de trabajo en la oficina y es común tener sentimientos de culpa y tristeza cuando no estas con ellos, cuando te necesitan y escuchas sus vocesitas del otro lado de la bocina en una llamada telefónica para que sepan estás ahí  y para llenar ese hueco con ello.
Para aquellas mujeres que pasamos de ser amas de casa y mamás de tiempo completo a mamás que trabajamos; muchas veces nos sentimos perdidas cuando debemos trabajar y ser madres al mismo tiempo y nos culpamos cada día que debemos despedirnos de nuestros angelitos y ver sus caritas tristes y sus lágrimas correr por sus mejillas, cuando se abrazan fuertemente de nuestras piernas y nos piden quedarnos a jugar, nos ruegan no irnos... es tan doloroso dar la media vuelta y marcharnos ante estos actos de nuestros pequeños, pero imposible ceder y complacerlos, más cuando somos el sostén de una familia.

Pero si escuchamos una conversación entre un grupo de mujeres que siempre han trabajado, es común comenten sobre las mamás que lo tienen todo fácil y que se la pasan descansando porque únicamente se dedican a ser mamás.  De la misma forma ocurre cuando observamos a un grupo de mamás de tiempo completo conversar sobre aquellas mamás que descuidan tanto a sus pequeños por la vanidad de querer todo en la vida: trabajar, ser exitosas profesionalmente y sentirse mamás.

Mucha rivalidad hay entre las mamás que trabajan y las que se dedican a sus hijos. ¿Pero qué pasaría si se escribieran una carta mutuamente con la sinceridad de lo que realmente admiran entre ellas? En el portal Healthy Doctor, se hizo la prueba. Éste fue el resultado:


Querida mamá de tiempo completo:

Algunos te han cuestionado qué haces todo el día en tu casa. Yo sé lo que haces. Lo sé porque yo también soy mamá y por mucho tiempo lo hice.

Sé que tu trabajo no es remunerado económicamente, y muchas veces tampoco agradecido. Empieza desde que despiertas y no termina cuando te vas a dormir. Sé que trabajas fines de semanas y noches, sin ningún horario de salida. Sé que las recompensas son muy buenas, pero pocas.

Sé que rara vez  tomas el té o café caliente. Que tu atención siempre está dividida. Sé que probablemente no consigues ningún tiempo de inactividad cuando estás en tu propia casa, a menos que tengas un solo niño que todavía tome siestas en el día.

Sé los desafíos a los que te enfrentas diario, normalmente sin ningún apoyo de otros, ni respaldo. Las rabietas de los niños, los accidentes del baño, las batallas en la comida, los crayones en las paredes, la rivalidad entre hermanos, el bebé que parece que nunca deja de llorar. Sé que parece que el trabajo nunca acaba, como un círculo infinito –compras la comida, la preparas, la cocinas, tratas de que tus hijos la coman, la limpias del piso, lavas los trastes, y repites en tres horas–.

Sé que fantaseas sobre tener una hora para ti, para comer en paz, o dormir en la tarde. Sé que a veces te cuestionas si todo esto vale la pena, y sientes envidia de tus amigos que están tomando un café en el trabajo. Sé que a veces cuando regresa tu esposo a casa, después del trabajo, quiere poner sus pies arriba, justo en el momento en el que tú necesitas un respiro de todo, y esto puede hacerte llorar.

Sé que eres incomprendida por tantos, que no entienden las dificultades de cuidar a niños pequeños tú sola, todo el día. Imaginan que pasas todo el día tomando café en lo que tus hijos juegan, en silencio. Sé que extrañas tu independencia económica. Sé que te irrita cuando la gente dice “¡gracias a dios que es viernes!”, porque para ti, todos los días son iguales. No hay viernes, ni horas de salida en tu trabajo. Sé que muchas personas no entienden que tú, en efecto, trabajas. Nada más que es un trabajo sin paga en tu casa.


Mamá de tiempo completo, no sé cómo le haces. Admiro tu infinita paciencia, tu habilidad de enfrentar cada día con una sonrisa y de llevarles felicidad a tus hijos, aun cuando ellos te acaban. Admiro tu dedicación de ser una presencia constante en la vida de tus hijos, aun si no siempre es fácil. Admiro la forma en la que trabajas sin expectativas de ser recompensada –no ascensos, no fama, no salario–. Sé que quieres que tus hijos se sientan importantes y amados, y eso… es lo que mejor haces.

Sólo quería que supieras que lo entiendo. Las dos somos mamás. Y lo sé.

Saludos desde las trincheras,
La madre que trabaja

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Querida Mamá que trabaja:

Sé que a veces eres juzgada por otros por dejar a tus hijos en manos de otros, para trabajar. Algunos incluso insinúan que no amas a tus hijos tanto como las mamás de tiempo completo, y que es mucho mejor para los niños estar en casa con sus madres.

¿Cómo pueden decir esto sobre ti? Yo sé que amas a tus hijos tanto como cualquier otra mamá. Sé que la decisión de regresar a trabajar no fue fácil. Consideraste los pros y contras, mucho antes de siquiera concebir al bebé. Ha sido una de las decisiones más importantes de tu vida.

Te veo en todos lados. Eres la doctora a la que llevo a mi hijo cuando se enferma. La especialista en alergias, la que le diagnosticó a mi hija la reacción alérgica al cacahuate. Eres la psicoterapeuta que trató la espalda de mi esposo. La contadora que hace nuestros impuestos. La maestra de primaria de mis hijos. La directora de nuestro centro de cuidado. La maestra de gimnasia de mi hija. El agente de bienes raíces que nos vendió la casa. ¿Qué clase de mundo sería si no pudieras estar ahí para nosotras? Si hubieras sucumbido a la presión de los que te insistieron que el lugar de una madre es en la casa.

Sé que consideras a tu familia en cada trabajo que tomas y que has incuso rechazado algunas buenas oportunidades porque imposible adaptarlas a tu rol de vida como mamá.  Sé que te paras una hora antes que nadie, para poder hacer ejercicio y tener un tiempo para ti. Sé que vas a juntas después de haber estado toda la noche despierta por tu bebé. Sé que cuando regresas a la casa en la noche, empieza tu segundo “trabajo”. Los que están en contra no entienden que atiendes una casa y mantienes un trabajo. Llegas a la casa, cocinas la cena, bañas a los niños y les lees historias. Los tapas y les das el beso de buenas noches. Pagas las cuentas, haces la compra del súper, lavas la ropa, los platos, tal como cualquier otra mamá.

Sé que seguido te sientes culpable sobre pasar tiempo lejos de tus hijos, así que sacrificas tu propio tiempo. Sé que no puedes tomarte “un día libre” para ti, cuando tus hijos están en la guardería o la escuela. Sé que aceptas que el trabajo es tu “tiempo libre”, por ahora. Sé que cuando estás en el trabajo no malgastas ni un solo minuto. Sé que comes en tu escritorio, no sales por café, y eres completamente dedicada y concentrada en tu trabajo. Al final, tú decides estar ahí. Quieres estar ahí.

Sé lo exigente que eres sobre la gente que cuida a tus hijos, y que esas guarderías ofrecen excelente cuidado. Sé que sólo dejas a tus hijos en un lugar en el que estás segura que son cuidados y amados. Sé que pasas muchos días cuidando a tus hijos cuando están enfermos, y sacrificas parte de tu quincena. Sé que secretamente te encantan esos días, y disfrutas estar con tus hijos.


Sé que a veces te sientes culpable de no estar ahí todo el tiempo. Pero, madre que trabaja… estás poniendo un ejemplo maravilloso a tus hijos. Les estás demostrando que una mujer puede tener una carrera y contribuir de cierta manera fuera de la casa, y aun así ser una madre amorosos. Les estás enseñando a tus hijas que pueden hacer lo que sea que se propongan en la vida. Estás mostrando fortaleza, dedicación, tenacidad, y lo haces con mucho gusto y amor.

Sólo quería que supieras que te entiendo. Porque las dos somos madres.

Saludos desde las trincheras,
Madre de tiempo completo

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