sábado, 28 de febrero de 2015

Lo que busco en un hombre...

En una breve conversación:
Un hombre le hace a una mujer la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de hombre estás buscando?
Ella se queda un momento callada antes de verlo a los ojos y le preguntó: ¿De verdad quieres saber?

Ella empezó a decir:

Siendo mujer de esta época, estoy en una posición de pedirle a un hombre lo que yo no podría hacer sola. Tengo un trabajo y yo pago todas mis facturas. Yo me encargo de mi casa sin la ayuda de un hombre, porque soy económicamente independiente y responsable de mi administración financiera. Mi rol ya no es el de ser ama de casa dependiente de un hombre en ese sentido. Yo estoy en la posición de preguntar a cualquier hombre, ¿Qué es lo que tú puedes aportar en mi vida?

El hombre se le quedó viendo. Claramente pensó que ella se estaba refiriendo al dinero. Ella sabiendo lo que él estaba pensando, dijo: No me estoy refiriendo al dinero. Yo necesito algo más... 

Yo necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida. Yo busco a alguien que luche por la perfección mental, porque necesito con quién conversar, no necesito a alguien mentalmente simple. 
Yo estoy buscando a alguien que luche por la perfección espiritual, porque necesito con quien compartir mi fe en Dios. 
Yo necesito un hombre que luche por su individualidad, que tenga la libertad para salir a volar y regresar responsablemente a su nido, porque enriqueciéndose a sí mismo tendrá algo maravilloso que regalarme cada día. 
Yo necesito un hombre lo suficientemente sensible para que comprenda por lo que yo paso en la vida como mujer, pero suficientemente fuerte para darme ánimos y no dejarme caer. 
Yo estoy buscando a alguien que yo pueda respetar, partiendo del respeto que él mismo se gane con el trato, el amor y la admiración que me dé. Dios hizo a la mujer para ser la compañera del hombre, no para ser menos o más, sino para que juntos forjen una vida en donde la convivencia los lleve a la felicidad. 
Si existe un hombre así pues eso es lo que yo busco...

Cuando ella terminó de hablar lo vio a los ojos, él se veía muy confundido y con interrogantes.

Él le dijo: estás pidiendo mucho
Ella le contestó: así es... simplemente porque ¡yo valgo mucho!




viernes, 27 de febrero de 2015

Mujer Guerrera

¿Por qué soy Mujer Guerrera?


En mi camino recorrido he conocido: 

El amor... con la educación, cuidados y todas las acciones que mis padres han hecho por mí y mi familia; con unos abuelos a los que disfruté y con los que conocí el significado de ser incondicionalmente consentido, mis hermanos con quienes peleo y discuto continuamente y pese a ello con quienes cuento cuando necesito alguien que me escuche, aliente o se ría de tonterías después de un día difícil, quienes son mis cómplices, guías y amigos en varios momentos de mi camino por la vida.  El padre de mis hijos, hombre encantador que me permitió conocer el amor a primera vista, el cariño y ternura por alguien que no es parte de tu familia, alguien a quien incluyes en tu vida con la simple intención de envejecer juntos y con la gran ilusión de compartirlo todo.  Pero todo lo anterior incomparable con el amor más reparador, motor más potente conocido por el hombre... el amor de los hijos, angelitos hermosos que llegan a mi vida para darle sabor, significado y empuje a todo lo que hago y logro, seres por los que lucho incansablemente, individuos inigualables que me dan la oportunidad de realizarme como mamá, amiga, dictador y en especial como el ser más importante y significativo en la vida de ellos, gran responsabilidad que tiene como consecuencia la mayor de las alegrías, el privilegio de sentir un beso y una caricia digna de agradecer eternamente.

La pasión... por mi profesión, por cada cosa que hago con la intensidad de mujer que me caracteriza por las cosas simples de la vida como una caminata, una lectura enriquecedora acompañada de un café, un día de deporte intenso, una jornada laboral con retos interminables, una vida con obstáculos y pruebas que sólo yo soy capaz de superar.  Y la más importante de las pasiones: ¡Pasión por la vida!

El éxito... en mis más preciados y difíciles objetivos alcanzados, como el 6 que saqué en Cálculo durante la Ingeniería, gran felicidad que me supo a gloria; una final de basquetbol ganada, siendo centro titular; un empleo que me permite sentirme profesionalmente plena; sin embargo el mayor éxito que me complace es... haber logrado el milagro de la vida dando sentido a mis días con la presencia de mis hijos.

El desamor... conocer al amor a primera vista y ser correspondida, al menos eso creía, entregar mi vida entera y todo de mi a una persona idealizada que me dio la mayor de las felicidades anhelada por el ser humano y difícilmente lograda por muchos...  el privilegio de AMAR, formar un hogar, tener una familia, compartir, acompañar, trabajar en equipo por una meta común.  Y pese a ello en el camino darme cuenta que todo lo anterior sólo fue una ilusión, ¡una ilusión mía! que me cegó, tal como es el amor... ciego y me hizo creer que todo era perfecto hasta que ese ser amado con el que creía envejecer me dijo mirándome a los ojos: "Ya no te amo" y sentir el dolor más profundo e intenso que jamás había existido en mi mundo, en mis días. Vivir la desesperación, impotencia, angustia y dolor de saber que aunque yo amaba incondicionalmente a ese hombre, de nada valía porque no se puede tener a nadie a la fuerza.  Y con la cabeza en alto a pesar de un corazón roto y un alma solitaria y herida tener que decir un adiós amargo: "Que Dios te Bendiga en tu nueva vida y gracias por la felicidad y experiencia que dejaste..."

El fracaso... luchar con pasión, todo mi ser y mis fuerzas por un objetivo y perderlo todo, en un proyecto de vida, en una inversión, en un empleo, en una presentación ante un público de más de 200 personas, en resumen, sentir la frustración e impotencia de no lograr dar lo que sabes que eres capaz de lograr... ya sea por los nervios, por un día de discusión con tu pareja, un mal día con los hijos, con los padres o con uno mismo que no se encuentra en armonía con su yo interno.  Sentir que lo pierdes todo... incluso las fuerzas de luchar y seguir adelante, sentirte incapaz de sacar esa fortaleza y energía para demostrar la calidad de persona que eres. 

La pérdida de un ser querido... perder a mi padrino, mi segundo papá, hombre inigualable que me enseñó que en la vida se pueden cometer errores que la gente juzgará, pero que nada debe detener tu camino por buscar la felicidad deseada, siempre estuvo conmigo cuando lo necesité y siempre tuvo la delicadeza de hacerme sentir un ser especial y el ya no tenerlo hoy me hace saber que fue y seguirá siendo una persona irreemplazable. La pérdida de mis abuelos, grandes personas que me permitieron ver que el amor para toda la vida existe, que el juntos más allá de la muerte es posible y que dos almas pueden ser perfectas para complementarse en uno mismo, ejemplo de grandeza y realización de pareja.

Y muchas cosas más que experimentamos y nos permiten reír, llorar, madurar, sentir intensamente... detalles y momentos que nos dejan vivir y darnos cuenta que somos capaces de sensibilizar nuestro ser y armonizarlo con nuestra alma.  Situaciones que nos hacen caer y al mismo tiempo otros momentos que nos dan la fortaleza para levantarnos, esa constante lucha por ser mejores que el día previo, por lograr más de lo que los límites personales nos permiten, límites  que nos imponemos por nuestros miedos y falta de disciplina.

Y sin embargo, con un corazón roto o una preocupación que no te deja dormir al final del día; con una alegría inmensa o una ansiedad por no saber del ser amado; con el temor de no lograr un objetivo planeado o el miedo a no ser correspondidos; con la ilusión de un nuevo proyecto o la preocupación por una enfermedad de los hijos... con cualquiera de las miles de cosas que nos abruman día a día ahí estamos las  mujeres con el dolor interno por una pena o la alegría inmensa por un espacio de felicidad inigualable... siempre al pie del cañón dispuestas a dar un extra para quien lo necesite porque nos gusta ayudar y apoyar si está a nuestro alcance.

Mujeres que tenemos que demostrar y exigir igualdad de género en un empleo, que afrontar discriminación social por ser madres solteras, mujeres que debemos defender nuestro criterio si decidimos estar sin un compañero de vida o no tener hijos,  mujeres que debemos sonreír y usar esos "atributos femeninos" que nos conforman (a pesar de odiar usarlos para facilitarnos el camino), que tenemos que esforzarnos al doble o triple cuando somos mamá y papá en un hogar, que tenemos que vivir día a día con el acoso machista que caracteriza a nuestra sociedad porque creen que somos "mujeres fáciles y/o faltas de amor".  Mujeres que incluso siendo exitosas en cualquier ámbito debemos luchar a capa y espada por mantenernos en un lugar que nos hemos ganado a pulso.  Mujeres guerreras que jamás vamos a tirar la toalla del otro lado del ring y que siempre estaremos dispuestas a un siguiente round en esta lucha constante de la vida que aceptamos y afrontamos con dignidad y sin mirar atrás.  Claro que si en algún momento llegamos a mirar atrás, únicamente es para convencernos que se puede seguir después de un tropiezo y que hemos crecido en cada derrota,  además, nos permite saber que aún nos falta más por avanzar porque ¡somos mujeres y somos guerreras!

[Melina]