lunes, 22 de febrero de 2016

El Tiempo... te hará madurar y entender

Cuando iniciamos el camino de la vida donde nos independizamos e intentamos valernos por nosotros mismos, donde nuestras emociones (que han sido reprimidas a lo largo de nuestra infancia) ya no se encuentran del todo conectadas con nuestra alma como seres individuales, puros e inocentes; es el momento en que cometemos muchísimos errores que nos obligan a aprender, la mayoría de las veces, de una manera muy dolorosa.

Cuando caemos en esos estragos emocionales como rupturas de corazón, falta de lealtad, infidelidades, desamores, mentiras, abusos, metas no logradas, objetivos no alcanzados, etc, etc... Las personas suelen decirnos constantemente: "Tiempo al tiempo, el tiempo lo cura todo, el tiempo te dará la solución más sabia, ¡tiempo!, ¡tiempo!, ¡tiempo!" y en medio de la tragedia lo que menos queremos es tiempo, deseamos ya no sentir, ya no sufrir y ya no estar en ese instante que nos mata lentamente.


A veces con un corazón destrozado, un sueño roto, la pérdida irreversible de un ser querido o una oportunidad... nos suena absurdo eso del tiempo, ¡NO DESEAMOS MÁS SEGUIR ASÍ!  Noches enteras de llorar, días llenos de tristeza, horas interminables de sufrimiento, minutos y minutos que se convierten en semanas, meses y muchas veces en años de arrepentimientos, recuerdos que aún nos hacen sentir ese dolor, suspiros por algo que tuvimos, que dejamos ir o que no valoramos lo suficiente.  Ese sentir que creemos jamás desaparecerá y que lo único que nos deja claro es que esas palabritas relacionadas con tiempo suenan absurdas en ese instante.  Sin embargo, al paso del tiempo nos damos cuenta de lo acertado de esas frases, el tiempo lo logra, lo enseña y lo cura todo.

El siguiente escrito nos muestra algunas realidades al respecto:

Con el tiempo aprendí la sutil diferencia que hay entre tomar la mano de alguien y encadenar un alma.
Con el tiempo aprendí que el amor no significa apoyarse en alguien y que la compañía no significa seguridad.
Con el tiempo… empecé a entender que los besos no son contratos, ni los regalos promesas.
Con el tiempo aprendí que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo… te das cuenta de que casarse solo porque “ya urge” es una clara advertencia de que tu matrimonio será un  fracaso.
Con el tiempo comprendí que solo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estas al lado de esa persona solo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que cualquier cantidad de dinero.
Con el tiempo entendí que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de la mano, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá  rodeado solo de  amistades falsas.
Con el tiempo aprendí que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir  lastimando a quien heriste, durante toda la vida.
Con el tiempo aprendí que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es solo de almas grandes…
Con el tiempo comprendí que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.
Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz  con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir. 
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona, es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.
Con el tiempo aprendí a construir todos los caminos en el hoy, porque el terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes.
Con el tiempo comprendí que apresurar las cosas o  forzarlas a que pasen, ocasionará que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añoraras terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.
Con el tiempo aprendí que intentar perdonar o  pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo…. ante una tumba…, ya no tiene ningún  sentido…

Pero desafortunadamente… esto solo lo entendemos con el tiempo.

Es frecuente encontrarnos pensando en cosas que ya no deberían importarnos o sintiendo algo que no deberíamos sentir. A veces los recuerdos son como sombras que nos persiguen, que se suben a nuestra espalda y que nos impiden seguir.
Estas sombras a veces son tan tormentosas que bloquean nuestra alma. Se convierten en esa piedra con la que tropezamos una y otra vez, con la que nos “encariñamos pero detestamos”. Deseamos no tenerla en nuestra vida pero, sin embargo, no nos imaginamos la existencia sin ella.

Resulta bastante insensato pensar que puedes amar de verdad algo con lo que te tropiezas y te haces daño. Y es que en realidad el tiempo te hace entender que superar el pasado no consiste en olvidarlo, sino en comprenderlo.
Se dice que la vida tiene tres accidentes geométricos que debemos evitar: los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentes cuadradas. 

Cuando vivimos atrapados en parte de nuestro pasado, nuestras emociones presentes se encuentran estancadas en algo que, de cara al mundo, deberíamos haber superado ya. 
Precisamente vivir con la esperanza de que el tiempo lo cura todo es lo que nos está matando, porque en vez de limpiar el polvo de debajo de nuestra alfombra dejamos que se acumule más y más como si no fuese a afectarnos.
Imaginamos que un alérgico al polvo deja que se acumule la basura pensando que mientras no la tenga a la vista no le va a afectar. Qué tontería, ¿verdad?

Hacemos lo mismo con nuestras emociones. No aceptamos que tenemos que limpiarlas y, como consecuencia, no hacemos nada para poner el remedio antes de que llegue la enfermedad. Es entonces cuando los dolores nos cogen “por sorpresa” y con las defensas bajas, tiñendo nuestro presente con la negrura de un gran pesar. De esta manera aprendemos que cubrir la herida no nos ayuda a que cicatrice, sino a que se mantenga abierta.

Todo momento es bueno para pisar nuestro pasado, para arrancarnos el collar y para buscar la llave de nuestro candado. Si el tiempo no quiere recoger nuestras lágrimas es porque tiene que enseñarnos que podemos ser fuertes si vivimos con nuestra debilidad.

"En el pasado no se vive, del pasado se aprende y es un gran error vivir recordando un tiempo que ya no tiene futuro."


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