viernes, 31 de julio de 2015

El hombre prohibido

A veces es difícil imaginar que existan tantos tipos de mujeres pero es una realidad que no podemos evitar, la mujer es una de las más grandiosas creaciones, es un ser humano tan complejo y al mismo tiempo tan fascinante y lleno de sorpresas que puede enamorar a cualquier ser viviente en el universo, capaz de crear vida y dar amor incondicional.

He conocido a una gran variedad de estos seres excepcionales, incluso soy un integrante de esa raza tan extraña, he observado que en nuestros días existe un patrón que se reproduce cada vez más: la mujer independiente, solitaria y negada a llevar una vida como la que “comúnmente” debería tener, me refiero a una mujer siendo sumisa, casada, con hijos, dedicada al hogar… y todo lo que conformaba a una “buena mujer” según nuestras bisabuelas  y abuelas, incluso según la opinión de algunas madres.

Las mujeres ahora buscamos libertad, felicidad pero a nuestra manera, no a la de los estatutos y tabúes sociales que deberíamos cumplir, nos gusta sentirnos satisfechas y realizadas con logros personales y profesionales, disfrutamos de una independencia económica y emocional, nos gusta sentirnos dueñas de nuestro espacio y libres de la dirección de nuestras vidas, somos seres humanos que a pesar de lo anterior también nos emociona y hace sentir seguras recibir amor y cuidados, pero curiosamente, aunque existen mujeres que disfrutan del matrimonio y lo que es vivir en pareja, se ha incrementado el porcentaje de ellas que preferimos dejar fuera de casa nuestra vida personal.

El espacio denominado "hogar" es para los hijos, las mascotas pero no para ese ser humano que es dueño de nuestro corazón, disfrutamos y nos sentimos dichosas de contar con un compañero que está ahí para apapacharnos, cuidarnos, decirnos cosas lindas, hacernos sentir mujeres pero también nos encanta el momento en que ambos partimos a nuestras respectivas casas para vivir en independencia y dedicarnos a nuestras actividades personales.

Hasta este momento la descripción suena bien para muchas de nosotras, pero ¿qué pasa cuando adicional a lo anterior nos encontramos con hombres que después de un tiempo quieren “formalizar” y tener una vida juntos? Y eso no está dentro de nuestros planes…

Cuando esto ocurre algunas decidimos estar solas y tomar un tiempo para hacernos a la idea de que es difícil encontrar a alguien que encaje idóneamente con lo que deseamos, existimos otras más que tomamos la salida fácil, tal es el caso de mi amiga a la cual llamaremos  “Ana”, quien me compartió su experiencia y a quien aprecio mucho, imposible juzgarla porque necesitaría estar en sus zapatos para saber las razones de su actuar.

Ana conoció a un “buen tipo” en la época que se sentía más sola, es una mujer divorciada con hijos, quien ha tenido que tropezar en temas de pareja varias veces desde su divorcio, ya que de inicio socialmente las mujeres divorciadas somos consideradas por los hombres “presa fácil” y por las mujeres “zorras quita-hombres” en fin… el punto es que a lo largo de estos años que lleva divorciada, aunque disfruta de su independencia y de vivir con sus hijos, también es mujer y extraña tener una pareja con quien compartir conversaciones, vivencias de pareja e intimidad emocionante, por tal motivo se ha permitido intentar algunas relaciones no exitosas cuando ellos quieren pasar al siguiente nivel: vivir juntos.

Ana y este "buen tipo" se conocen en su ambiente profesional, a ella le encanta desde la primera vez que lo trata, ambos simpatizan y las cosas se dan como si estuvieran destinadas, algo así como la canción de Fernando Delgadillo – Coincidir. Dicho espécimen masculino encaja justo en el tipo de hombre que ella estaba buscando: un tipo ocupado, con una vida en común profesionalmente, nada entrometido en su vida personal, que respeta cada quien tenga su espacio y sus actividades sin interrumpir ni exigir más de lo debido, alguien con quien conversar con pasión de sus intereses, alguien que la hace sentir especial y hermosa con sus atenciones, detalles, comentarios, la manera en que la mira e idolatra y en especial alguien que siempre logra sacar lo mejor de ella, quien la inspira a ser un mejor ser humano, alguien que la convierte en “su Musa”, todo lo anterior fabuloso para ella pero con un pequeño detalle para que tanta maravilla fuese perfecta, el hombre en cuestión era CASADO.

Mi amiga de toda la vida me confiesa con lágrimas en los ojos que todo era perfecto durante el tiempo que se respetó el punto más importante dentro de su acuerdo en la relación que decidieron llevar: No enamorarse.




Ella se encuentra ahora sufriendo las consecuencias de su actuar  y me pide compartir la carta que escribió aquella noche del día en que confesó su amor y le pidió a ese hombre especial alejarse, aceptando en ese momento su error y derrota al saber que aquel amor no florecería por el simple hecho de que él tiene una vida donde ella no tiene cabida y es tonto y absurdo creer que por ella lo dejaría todo. Incluso aunque así fuera, ella confiesa que no se lo permitiría por dos razones: 1. Ella no se cree capaz de cargar con la culpa de que fue la razón por la que se destruye un matrimonio y se abandona a los hijos y 2. Si dicho hombre hizo eso a su esposa, lo volverá a hacer con la segunda, la tercera o la cuarta mujer que formalice algo, los patrones nunca cambian eso está comprobado.

Les dejo el escrito de esa mujer que sufre por algo que pudo evitar si tan solo hubiera puesto sus ojos en un hombre sin compromisos dispuesto a compartir su vida con ella…
  
Siento tanta rabia por dejarte partir, tanto enojo conmigo y mi corazón por haber roto nuestro pacto. Consciente estoy que no debía enamorarme, que no debía sentir con el corazón. Pasamos momento tan lindos, alegres, divertidos y en especial horas y horas tan cortas porque al conversar, convivir y estar juntos se detenía el tiempo de una manera inexplicable, te recordaba en tantos momentos con una sonrisa en el rostro, pero nunca te necesité como al aire, tenías tu vida y yo la mía y me era suficiente unas horas a tu lado.

Era todo tan perfecto y en completa sincronía: el acompañante ideal en momentos de desarrollo profesional; el amigo perfecto para conversar aquellas banalidades que forman parte de mí, para criticar libremente nuestros actos; el amante idóneo para satisfacer mis más profundas fantasías; el ser humano que llenaba tantos huecos que continuamente hallaba con tristeza.  Fuiste alguien valioso, una excelente compañía en mi ambiente, mis convicciones y mis momentos de mayor relajación, satisfacción y alegría.

Con lo anterior no digo que dejaré de ser feliz ahora que no estas, definitivamente no porque antes y después de ti siempre he tenido lo más importante: a mí misma, sin embargo, es triste saber que para no hacerme daño debo alejarme porque no es bueno aferrarse a algo que jamás será lo que queremos, no es sano añorar lo que jamás llegará.

Sé que tú también me quieres, me lo has demostrado infinidad de veces y sería un error que algún día me amaras como yo lo hago ahora.  Como dije en un inicio hicimos un pacto y ninguno de los dos debe romperlo para no salir lastimados.  Hoy me doy cuenta que ya no puedo cumplirlo porque me he enamorado. Es momento de poner distancia y frialdad entre nosotros, me siento incapaz de manejar las cosas para seguir juntos, cada vez que te miro siento cómo mi corazón responde a tu presencia, cómo mi cuerpo te desea y mi ser pide a gritos un momento de intimidad contigo sólo para escucharte respirar en mi oído, sentir tus latidos cuando me abrazas y me acurruco en tu pecho, cuando no estás a mi lado muero por saber de ti, necesito de ti, de tus besos, tus caricias, tus miradas, tu voz y de esa esencia tan especial que te conforma.


Sabes cuánto deseaba tener un hijo pero cuando comencé a dudarlo la razón no fue que ya no lo quisiera, realmente fueron mis miedos y mis dudas por lo que comenzaba a sentir por ti y un lazo en común aceleraría ocurriera lo inevitable “enamorarme perdidamente”.  Esa fue la razón principal por la que enterré ese deseo que tenía desde hace años, tener un hijo tuyo... del hombre que me estoy enamorando sería lo más maravilloso de este mundo pero también lo más triste cuando mire su rostro y vea tanto de ti en él sin poder dejar correr lágrimas en mi rostro que me delaten y den muestra de lo mucho que quise ser parte de tu vida.

Recuerdo que cuando comenzamos esta historia, una de las cosas que más me fue advertida por las personas a mi rededor que sabían de ti, de nosotros,  era: “¡cuidado! que te puedes enamorar y la única persona que va a sufrir eres tú”, yo me reía sínicamente pensando "eso no me pasará a mí, una mujer segura, exitosa y dominante que adora su libertad, tontas las que permiten desear una realidad de una fantasía" y mírame ahora aquí como esa tonta que visualizaba en aquél momento. Encariñada hasta las entrañas, enamorada a medias porque no me puedo permitir ilusionarme con un hombre prohibido.

Un hombre que irradia luz porque su vida es la que le permite sentir paz y tranquilidad para tener un futuro resuelto, un hombre que quisiera en algún momento sintiera al menos una mínima parte de lo que yo siento ahora en mi corazón por él, pero eso es imposible y sería inhumano para las terceras partes que se verían afectadas.

Hoy me di el valor y aunque me duela decido partir, alejarme para tratar de apagar este fuego que provocas cada que estás conmigo. Quiero sacarte de mi cabeza y en especial de mi corazón, sé que sufriré y lloraré continuamente, al menos por un tiempo, pero prefiero algunos días de agonía que toda una vida esperando algo que no pasará aunque vuelque al mundo de cabeza.

Gracias amor por tantas vivencias, por sembrar en mi ese pedacito de felicidad que tanto provocó en todo este tiempo, por permitirme sentirte, vivirte, olerte, amarte de una manera tan singular que dudo se repita alguna vez de nuevo. Gracias por siempre hacerme  sentir tan bonita, especial y como una Diosa a quien admirabas y adorabas cada que tocabas mi cuerpo, por dejarme provocar lo más inimaginable en ti.  Gracias por obligarme a ser mejor persona con los retos que me ponías continuamente.  Gracias y mil gracias más por una innumerable lista de cosas bellas que jamás terminaría de escribir.  

Si algún dia nuestros caminos se cruzan nuevamente, me encantaría reconocernos con una gran sonrisa en el rostro, no pasaré de largo ante una persona que me enseñó a vivir de una forma tan exquisita. Gracias por cada instante a tu lado.

Con cariño tú Musa Ana